ÍndiceLa osadia del aventurero
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La osadia del aventurero
Brungald Lun Abr 06, 2009 1:41 am
La luz del atardecer se filtraba a traves de los postigos de la habitacion. Mientras los ronquidos de su compadre lo iban despertando de una escueta siesta, Anton repetia sin exito la misma palabra: Obuvilante..obilada...
Miro al enorme semiorco recostado en una esquina, sopesando si le podria ayudar o no a recordarla. No, el seguramente estaria soñando con gallinas y metal de oro. Cerro los ojos esperando reconciliar el sueño una vez mas, pero los recuerdos del dia anterior no le dejaban pegar ojo. Aun podia oler el olor a podrido que desprendian esos muertos, aun podia recordar el horrible murmullo de sus gemidos...
Aun no podia creerse que hubiesen entrado en esa cripta, pero claro, gracias a ello ahora dormian bajo techo y habian dado buena cuenta de un banquete de reyes. No habian encontrado el anillo, pero el se daba por satisfecho por haber salido de alli, de una cripta maldita. Recordo la voz sedosa de la dama, y la mas siniestra de su acompañante. Sin beberlo ni comerlo se los habian topado en mitad de la noche frente al plinto, y alli un presentimiento le llevo a entablar conversacion con ellos.
Al parecer, eran dos nobles (luego descubrio que eran un mago y un clerigo) que buscaban una reliquia familiar. Les ofrecieron oro a cambio de ayudarles, y ellos no se lo pensaron dos veces. Anton no quiso indagar mucho mas acerca de los nobles y sus motivos, tan solo queria el oro. Asi que fueron al cementerio.
(continuara...)
Miro al enorme semiorco recostado en una esquina, sopesando si le podria ayudar o no a recordarla. No, el seguramente estaria soñando con gallinas y metal de oro. Cerro los ojos esperando reconciliar el sueño una vez mas, pero los recuerdos del dia anterior no le dejaban pegar ojo. Aun podia oler el olor a podrido que desprendian esos muertos, aun podia recordar el horrible murmullo de sus gemidos...
Aun no podia creerse que hubiesen entrado en esa cripta, pero claro, gracias a ello ahora dormian bajo techo y habian dado buena cuenta de un banquete de reyes. No habian encontrado el anillo, pero el se daba por satisfecho por haber salido de alli, de una cripta maldita. Recordo la voz sedosa de la dama, y la mas siniestra de su acompañante. Sin beberlo ni comerlo se los habian topado en mitad de la noche frente al plinto, y alli un presentimiento le llevo a entablar conversacion con ellos.
Al parecer, eran dos nobles (luego descubrio que eran un mago y un clerigo) que buscaban una reliquia familiar. Les ofrecieron oro a cambio de ayudarles, y ellos no se lo pensaron dos veces. Anton no quiso indagar mucho mas acerca de los nobles y sus motivos, tan solo queria el oro. Asi que fueron al cementerio.
(continuara...)
Brungald- Aventurero pardillo
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Fecha de inscripción : 25/03/2009
Re: La osadia del aventurero
Silvary Lun Abr 06, 2009 10:04 am
Pasamos una buena tarde, como ya dije al acabar, continuará...
Silvary- Admin
- Cantidad de envíos : 133
Fecha de inscripción : 14/03/2009 -
Sueños interrumpidos.
khlid Mar Abr 07, 2009 4:29 am
//aquí el preludio, parte de lo que pasó la noche antes de que Anton y su compañero se encontraran con Kyara & co.
Aquí, sentados en una roca de la playa calentada por el sol que nos acompaña, ya se me ha olvidado hasta cómo llegamos a Aguasprofundas.
Como siempre, ella me cuenta una de tantas aventuras que ha vivido junto a su hermana mientras yo la escucho. Esta historia es algo más exajerada, y para una persona que no conozca a su hermana, sería algo increible, pero ahora que la conozco, me lo creo todo, vaya que si me lo creo..
¿Qué le pasa? “No veo nada, está todo oscuro, sólo veo sombras… ¿dónde estoy?” No lo entiendo, estas palabras sonaron con una voz distinta, más fría.
Todo se volvió negro, todo quedó en sombras. Otra vez esa voz: “¿dónde estoy?... Sólo veo sombras…”
¿Y dónde estoy yo?¿Qué fue de esa soleada tarde? Tengo que ubicarme, ver qué pasa...
Fue fácil, solo he tenido que abrir un ojo (el único del que dispongo, a decir verdad): los pies de una cama, el suelo, mi saco de dormir… ahora lo entiendo, estaba soñando. Estoy en la habitación de Kyara, ella duerme en la cama y yo en el suelo, en mi saco. Era demasiado estrecha para los dos.
“¿Dónde estoy? No puedo ver… no veo más que sombras”
¿Otra vez? Pero si estoy despierto ¿cómo puede ser?… ¿habrá sido ella?
... No… está dormida… que guapa es…
“Tengo miedo, no puedo ver”
Otra vez… no estamos solos: “¿quién anda ahí?”
Ese fue, seguro, uno de los peores despertares que la joven Kyara había tenido en su vida. Una mano invisible y fría la estrangulaba. Cuando abrió los ojos, se encontró de cara con Vulzart mirándola preocupado, pero no era suya esa mano que le oprimía la garganta. Miró a su alrededor, no había nadie más en la habitación, no entendía nada, algo la ahogaba, sentía que su vida apagaba y no podía hacer nada por escapar.
- ¡Suéltala! -inquirió Vulzart mirando a la derecha de Kyara-.
Al no obtener resultado, puso la mano en el pecho de la joven, que se aferró con fuerza a ese brazo sin apartar su vista de él, implorando ayuda con gestos y palabras que no conseguía articular. Un murmullo y un destello dejaron paso al aire de nuevo.
Aun sin entender qué era lo que había pasado, por qué había estado a punto de morir, por qué tenía frio o por qué su respiración venia acompañada de ese vaho; la primera reacción de la joven al recuperar el aliento fue asegurarse de que sus padres, en la habitación de al lado no estaban pasando por lo mismo.
Una vez comprobó que todos estaban bien, dejó paso a las explicaciones. Vulzart, que después de su acción a penas había abierto la boca, sumido en sus pensamientos, intentó explicar lo que había visto y oído, lo qué creía que había sucedido y quién era el causante.
Una voz le había despertado, la voz de una visión fantasmal de una mujer pidiendo ayuda. La podía ver y oír claramente, incluso mientras le relataba lo sucedido a Kyara, aunque ella no viese ni escuchase nada, estaba ahí, en su habitación, con ellos. La mujer estaba asustada, perdida en la oscuridad y a penas escuchaba las palabras de Vulzart como lejanos ecos en su desquiciada mente. Aunque estos ecos y la presencia de Kyara produjeron algunas reacciones en ella, pistas que podrían ayudarles a entender qué hacia aquel espíritu ahí: un nombre, Jaled; un característico colgante que la fantasmal dama portaba; y la certeza de que ese tal Jaled y aquella mujer se amaban.
Vulzart, un iniciado de Kélemvor, intentaría cumplir con su deber y ayudar a ese alma en pena. Por suerte contaba con la ayuda de Kyara, inexperta en estos temas, pero mucho más resuelta que el joven a la hora de utilizar las pocas pistas de las que disponían para obtener respuestas. Por alguna razón, ella había captado la atención del fantasma y no vaciló en tomar la decisión de desvelar el misterio que casi le cuesta la vida.
Lo que no sabían era que eso sólo había sido un anticipo del peligro que iban a correr al tomar ese camino.
Aquí, sentados en una roca de la playa calentada por el sol que nos acompaña, ya se me ha olvidado hasta cómo llegamos a Aguasprofundas.
Como siempre, ella me cuenta una de tantas aventuras que ha vivido junto a su hermana mientras yo la escucho. Esta historia es algo más exajerada, y para una persona que no conozca a su hermana, sería algo increible, pero ahora que la conozco, me lo creo todo, vaya que si me lo creo..
¿Qué le pasa? “No veo nada, está todo oscuro, sólo veo sombras… ¿dónde estoy?” No lo entiendo, estas palabras sonaron con una voz distinta, más fría.
Todo se volvió negro, todo quedó en sombras. Otra vez esa voz: “¿dónde estoy?... Sólo veo sombras…”
¿Y dónde estoy yo?¿Qué fue de esa soleada tarde? Tengo que ubicarme, ver qué pasa...
Fue fácil, solo he tenido que abrir un ojo (el único del que dispongo, a decir verdad): los pies de una cama, el suelo, mi saco de dormir… ahora lo entiendo, estaba soñando. Estoy en la habitación de Kyara, ella duerme en la cama y yo en el suelo, en mi saco. Era demasiado estrecha para los dos.
“¿Dónde estoy? No puedo ver… no veo más que sombras”
¿Otra vez? Pero si estoy despierto ¿cómo puede ser?… ¿habrá sido ella?
... No… está dormida… que guapa es…
“Tengo miedo, no puedo ver”
Otra vez… no estamos solos: “¿quién anda ahí?”
Ese fue, seguro, uno de los peores despertares que la joven Kyara había tenido en su vida. Una mano invisible y fría la estrangulaba. Cuando abrió los ojos, se encontró de cara con Vulzart mirándola preocupado, pero no era suya esa mano que le oprimía la garganta. Miró a su alrededor, no había nadie más en la habitación, no entendía nada, algo la ahogaba, sentía que su vida apagaba y no podía hacer nada por escapar.
- ¡Suéltala! -inquirió Vulzart mirando a la derecha de Kyara-.
Al no obtener resultado, puso la mano en el pecho de la joven, que se aferró con fuerza a ese brazo sin apartar su vista de él, implorando ayuda con gestos y palabras que no conseguía articular. Un murmullo y un destello dejaron paso al aire de nuevo.
Aun sin entender qué era lo que había pasado, por qué había estado a punto de morir, por qué tenía frio o por qué su respiración venia acompañada de ese vaho; la primera reacción de la joven al recuperar el aliento fue asegurarse de que sus padres, en la habitación de al lado no estaban pasando por lo mismo.
Una vez comprobó que todos estaban bien, dejó paso a las explicaciones. Vulzart, que después de su acción a penas había abierto la boca, sumido en sus pensamientos, intentó explicar lo que había visto y oído, lo qué creía que había sucedido y quién era el causante.
Una voz le había despertado, la voz de una visión fantasmal de una mujer pidiendo ayuda. La podía ver y oír claramente, incluso mientras le relataba lo sucedido a Kyara, aunque ella no viese ni escuchase nada, estaba ahí, en su habitación, con ellos. La mujer estaba asustada, perdida en la oscuridad y a penas escuchaba las palabras de Vulzart como lejanos ecos en su desquiciada mente. Aunque estos ecos y la presencia de Kyara produjeron algunas reacciones en ella, pistas que podrían ayudarles a entender qué hacia aquel espíritu ahí: un nombre, Jaled; un característico colgante que la fantasmal dama portaba; y la certeza de que ese tal Jaled y aquella mujer se amaban.
Vulzart, un iniciado de Kélemvor, intentaría cumplir con su deber y ayudar a ese alma en pena. Por suerte contaba con la ayuda de Kyara, inexperta en estos temas, pero mucho más resuelta que el joven a la hora de utilizar las pocas pistas de las que disponían para obtener respuestas. Por alguna razón, ella había captado la atención del fantasma y no vaciló en tomar la decisión de desvelar el misterio que casi le cuesta la vida.
Lo que no sabían era que eso sólo había sido un anticipo del peligro que iban a correr al tomar ese camino.
khlid- Verdugo de...ratas?
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Localización : En le boulevard de los sueños rotos
Fecha de inscripción : 20/03/2009
Re: La osadia del aventurero
Silvary Mar Abr 07, 2009 9:36 am
asi me gusta asi me gusta..relatando cositas ^^, muy bien por todos!
Silvary- Admin
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