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Una tarea difícil

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Mensaje  Chilaud Jue Abr 30, 2009 3:06 pm

Nos encontrabamos mi amigo Glenn y yo en la siempre acogedora taberna del Toro Blanco , cuando se nos acercó Luna a pedirnos ayuda. Mas que ayuda nos ofreció trabajo, por lo que nos dijo un grupo de trasgos había atacado unas carabanas que llevaban un importante cargamento para un conocido suyo cual nombre no quiso revelar. Nos ofrecía una buena recompensa por ir a los acantilados del sur y recuperar tan sólo una pieza del cargamento, lo cual pensé que sería la mas importante de todas. La pieza en si era una armadura completa la cual dijo que su dueño tenia en alta estima y poseía un gran valor comercial. Nos advirtió de que la tarea no era cosa fácil y nos aconsejó una buena preparación y que reclutásemos a mas hombres para poder llevarla a cabo con mayor posibilidades de exito.
Tras unos días y despues de convencer a Himon volvimos ante Luna para decirle que ya estabamos preparados y que ivamos a ir en busca de la nombrada armadura. Ella nos dijo que un pescador de la zona había dados noticias de que algo mayor que los kobols de esas cuevas se handaba por allí. Aún así accedimos a ayudarla y fuimos a los acantilados en busca de las cuevas. No fuimos bien recibidos, pues una orda trasga protegía desde las colinas las entradas armados con ballestas ligeras, pero aunque no siendo una fácil tarea pudimos avatirlos y entrar en las cuevas sin recibir daños graves. Una vez dentro mas de lo mismo...una multitud de Kobolsy trasgos nos atacaron ayudados por unos extraños seres con forma de setas alos que los trasgos lklamabn Micónidos. tras largos combates logramos avanzar dentro de la cueva, que era mucho mas grande de los normal. Sólo cometimos un error y fué no darnos cuenta de que auqel trasgo aún estaba con vida, yo tube la oportunidad de frenar su huida...pero fracasé extrepitosamente mi disparo con el arco. Se empezaron a escuchar murmuros continuos y numerosos desde lo mas profundo de aquel lugar, y estabamos seguros de que no se trataban de las mismas criaturas que hasta ahora nos habian atacado. Eran grandes trasgos en gran cantidad comandados por uno de gran tamaño y mejor armado que el resto, la batalla fué terrible Himon fué rodeado por muchos de ellos mientras que Glenn combatía con el comandante recibiendo duros golpes, mientras, yo aprobechaba mi maestría con el arco para poner a raya a las criaturas a distancia....aunque duró poco ya que pudieron llegar a mi y tube que desenvainar mi espada y luchar cuerpo a cuerpo con llos ( cosa que realmente se me da fatal). Glenn cayó durante unos instantes al suelo presa de un espadazo recibido con dureza en su pierna, pero logró levantarse y continuar el duro combate......tras varios minutos de vaile de espadas y el tintineo del chocar entre ellas pudimos acabar con el comandante gran trasgo y sus secuaces. Salimos airosos de milagro...lo cual creo que Mielikki estubo allí combatiendo a nuestro lado ( sin duda así fue). Logramos conseguir la tan preciada armadura y salir con vida de la cueva.....pero jamás olvidare el baño de sangre que hubo en aquel lugar.
De vuelta cargamos con varios cadaveres de aventureros que no escucharon las indicaciones de Luna y se adentraron sin la preparaciíon que la operación requería, muriendo sin conseguir su proposito.Una vez en la ciudad debolvimos la armadura a luna recibiendo los cuidados oportunos devido a la gravedad de nuestras heridas. nos invitó a quedarnos a descantar en su posada El Toro Blanco, y al amanecer nos premió con algo de oro y unos brazales gemelos de la misma armadura.

Sin duda alguna, fué una tarea difícil.

Chilaud
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Mensaje  Thearoth Mar Mayo 05, 2009 6:15 pm

Tras haber recuperado la joya perdida del bardo del Toro Blanco... Glenn Brether de Cormyr, y su nuevo compañero de armas Eowariril Eriadon, se hallaban cerca de la barra hablando, conociendose. Glenn le pidió disculpas, ya que lo había tomado por uno de los ladrones, y casi se enzarzan en una pelea, las disculpas fueron aceptadas. Y tras un rato, cuando el Cormyta le contó al elfo sus ambiciones, el futuro que esperaba... Luna se les acercó y les hizo una propuesta,

Recuperarían la armadura sustraída de un conocido suyo. Un conocido que mantendría en el anonimato. Cuando se le preguntó por que no le encomendaba la tarea a la guardia, se limitó a sonreir. Tras un intercambio de miradas entre Glenn y Eowariril, tras una conversación silenciosa, accedieron a hacerle el trabajo, era buena mujer, y estaban seguros que sería un trabajo totalmente lícito. Se les advirtió del gran numero de kobolds que había en esas cuevas, y del peligro de sus virotes, envenenados, como covardes que eran, esa era su mejor forma para combatir.

- Prefiero recuperar la armadura en dos dias, que tener que mandar a otro grupo a buscar la armadura y vuestros cuerpos. - Con ese aviso, Luna dejaba claro que podíamos buscar mas aliados con quien llevar a cabo la trea.

Y así fué tras unos dias se encontraron con Himon, un cerrajero e inutilizador de mecanismos que sin duda sería perfecto para una tarea como esta... Además, era bueno con la espada. Se fueron a avisar a Luna de que partirían en busca de la armadura, mas que nada, por si en estos dias la había recuperado ya... o... Tyr no lo quisiera, por si tuviera que contratar a otro grupo para que recogiera nuestros cuerpos. Tras unas palabras con la dueña del Toro, ésta los aviso de que un pescador había escuchado o visto el rastro de algo mas grande que unos simples kobolds, que tuvieramos mas cuidado del que ivamos a tener, y que era posible que hallaramos otro grupo que no había hecho caso de las indicaciones de Luna y habían partido por la mañana, oliendo a alcohol y sin prepararse. - (Con suerte pueden estar encerrados y podremos sacarlos de ahí... o habrán huido... espero estén bien) Con estos pensamientos, Glenn tenía otro "trabajo" importante que llevar a cabo en esa cueva.

Con todo se prepararon y se fueron en busca de su escondite. Se adentraron en el territorio hostil y empezaron su búsqueda, pocos metros habían caminado cuando les cayó encima la primera lluvia de virotes, las armaduras y escudos hicieron bien su trabajo y resultaron ilesos, al verlo los kobolds pusieron pies en polvorosa, y se dispersaron, el grupo los perseguía, y mientras seguían un grupo, otro les disparaba desde otra posición, si hubieran sido mas diestros, posiblemente no habrían podido escapar de sus proyectiles. Pero no lo eran, y se abrieron paso haso hasta la entrada de su guarida sin muchas dificultades.

Allí el aire era viciado, apestaba a moho putrefacción, y pronto vieron el por que, varios cadaveres algunos de los cuales de raza irreconocible, se hallaban esparcidos por el suelo, o colgados como señal de alerta. Ciertamente era un lugar nauseabundo... Empezaron a avanzar, con cautela, pero fueron sorprendidos por un grupo de centinelas, y Glenn fue herido, fué solo un rasguño, pero era suficiente para que el veneno empezara a circular por su sistema, por suerte Himon fué raudo y pudo eliminar el efecto de la ponzoña. Seguían avanzando, Eowariril, evitando que se dispersaran con su arco, los otros acorrandolos con las espadas, pero cada vez los grupos eran mas numerosos, y habían aparecido conjuradores, cada vez mas cansados y exhasperados se adentraban mas a las cuevas, abriendo cajones y cajas, pero cuando se quisieron dar cuenta un pequeño ejercito les barraba el paso. Himon convocó un león y entre los cuatro, lograron hacer frente al peligro. Tan cansados estaban que una de las menudas bestias escapó a dar la alarma tras un tiro errado del arquero, cuando se disponian a seguirlo escucharon unos gritos y los pasos de algo grande acercandose... grande, pesado e iracundo. Tubieron el tiempo justo para tomar posiciones defensivas, y esperar la nueva oleada de enemigos. Los primeros en aparecer fueron un grupo de goblins, pero cuando no tenían mas opción que luchar, y abandonaron sus puestos, aparecieron unos trasgos altos como hombres, y fórnidos como enanos.

En ese momento Glenn lanzó una bendición. –Que Tyr guie nuestra alma y empuñe nuestras espadas! - Eran mas duros y luchaban mejor. El acero hacía saltar chispas al entrechocar, los rugidos y gritos aumentados por la sonoridad de las grutas eran ensordecedores, el cansacio les jugaba una mala pasada, y de pronto todo se oscureció para Glenn, había sentido un dolor punzante, pero ya no lo sentía, en realidad... no sentía nada, no oía el furor de la batalla, no olía ese nauseabundo aire, era como si todo a su alrededor hubiera dejado de existitir...

Pero de prontó sintió como alguien tiraba de él, lo cogían del pecho y tiraban de él... De nuevo todo estaba allí, los gritos, el tinineo incesante de los aceros, los rugidos, ese nauseabundo olor, y el... el también estaba allí tumbado en el suelo, cuando se dió cuenta asió de nuevo su espada y se levantó, se acercó al elfo que se estaba desangrando y le aplicó unos primeros auxilios mientras Himon se encargaba de las bestias, luego se puso a luchar de nuevo, al ver a Himon rodeado, atacó al que parecía mas peligroso para quitarselo de encima, poco mas duró la batalla, y el grupo salió airoso, tocado pero vivo.

-Estás bien Glenn¿? – Preguntó el elfo . Glen se sentia... Mejor que bien, una sensación de bienestar le invadía, descansado como nunca, era como si hubiera dormido por dos dias seguidos. No sabía que había ocurrido... Un simple desmayo¿? O había sido ayudado ¿? Tenía claro que en la reyerta Tyr le había guardado de varias heridas, pero lo había ayudado a despertado cuando su compañero caía¿? Su corazón le decía que así era, pero su mente no se permitía pensar eso. Quedaba trabajo, no mucho, pero aún o habían acabado. Avanzaron hasta una gran sala, con un trono de piedra y huesos incrustados, había un par de cajas y un cofre, sellado con una trampa de aguja. En su interior, tres mil piezas de oro que mas tarde descubrirían que hacían allí, las cogieron y continuaron buscando, hasta dar con la armadura. Una armadura reluciente se plata con embellecedores de mitrhil, en ese momento no apreciaron lo maravillosa que era, aunque tuvieron claro que era la pieza que buscaban, solo pensabanen salir de allí... Y eso hicieron... pero antes...

-Esperad !! – Casi llegaban a la salida de la gruta, pero el aspirante a caballero volvió sobre sus pasos para recojer uno de los cadaveres que habían encontrado, los demás lo siguieron. – No podemos dejarlo aquí, hay que llevarselo y darle un entierro digno, además puede que alguién se esté preguntando donde está...

Con el cadaver a hombros y algunos Kobolds que se habían escondido a sus espaldas salieron de la cueva, encontraron otro cadaver y también lo cargaron. En ese momento, llegando a la ciudad, Himon les dijo que el que parecía el cabecilla de los Grandes trasgos llevaba una nota, una nota con unas instrucciones muy claras, escritas como si fueran una lista de compra.

“Llevar el oro. Coger la armadura. Matar Kobolds después. Cojer el oro de nuevo. No hacer ruido. No matar campesinos.”

Todo quedaba claro, todo ese movimiento era causa de la compra fraudulenta que se llevaban entre manos. Dejaron los cadaveres a cargo de un guardia y se dirigieron hacia El Toro tras repartir el oro encontrado. Himon tuvo que irse antes de llegar, y acudieron el elfo y el cormyta. Tras ser atendidos por sus heridas, por el veneno que circulaba por el cuerpo de Eowariril, y tras reponerse en una de las habitaciones. La señora Luna los recompensó con un cofre a cada uno. En su interior, quinientas piezas de oro y un brazal que ambos reconocieron como uno de los brazales de la armadura, por si solos los brazales tenían un gran poder, así que la armadura debía ser una obra de arte en cuanto a artesanía.

Al principio, tenían intención de devolverlo, pero tras la insistencia de la señora Luna accedieron para no mostrarse descorteses. Así fue como tres aventureros recuperaron una preciada pieza, y así fue como se ganaron un nombre y la gratitud de algunas gentes de Aguasprofundas.
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Mensaje  dm_suco Mar Mayo 05, 2009 7:41 pm


Quién sabe si fue la fortuna o el destino, que a veces parece una magistral partida de ajedrez, lo que hizo que todo sucediese de tal manera.

“Un golpe de suerte para los Kobolds” Debió pensar Meriel Luna cuando se enteró del robo.
La carreta en la que viajaba esta pieza, aparentemente, solo contenía comida, barriles de cerveza y varias mercancías que habitualmente llegan al Toro Blanco. La Armadura iba oculta en el fondo de la misma y ni el propio carretero sabía lo que transportaba.
Dada la importancia de lo que se había perdido y puesto que la guardia suele encargarse de lo que sucede dentro de los muros de la ciudad; Meriel se dirigió a la orden de Tyr, para pedir ayuda a los caballeros.

“Una prueba de verdad, es cuando el aspirante no es consciente de que está siendo probado” Debió pensar Yashaners Goodmane, caballero de la orden Samular cuando, al escuchar a Meriel, la instó a encargarle el cometido a un joven aspirante a caballero llamado Glenn Brether.

Las condiciones eran sencillas, ella obtendría de todas formas la ayuda que precisaba, pero debía primero ayudarles a ellos encomendándole esa tarea al joven. Un miembro de la orden, seguiría de cerca los acontecimientos, oculto, se aseguraría de que Meriel recuperase la armadura y evaluaría al joven.

“Necios” Debió pensar Meriel, cuando no la escucharon.
Su intención era encontrar a un grupo, lo suficientemente valiente para adentrarse en la cueva, pero lo suficientemente cobarde para no querer hacerlo solos. Tenian apariencia de mercenarios y, seguramente, tentarían al aspirante y al compañero con quedarse con la armadura al verla. Una prueba que el caballero Goodmane también quería llevar a cabo. Pero resultaron ser “demasiado valientes”. Con suerte, si se daban prisa, Eow y Glenn podrían alcanzarles a tiempo.

“Tyr haga justicia” Debió rezar el agente oculto de la orden cuando el joven Glenn cayó en plena batalla.
El golpe que recibió Glenn, dejándole fuera de combate fue debido a un sacrificio que el joven instintivamente hizo cuando se centró en ayudar, descuidando así su propia guardia, a Himon cuando se vio rodeado y superado en un lance de la pelea con los grandes trasgos. Tyr decidió que el joven, debía seguir en pie y equilibrar así la injusta pelea.

“El golpe de suerte, fue recuperarla a tiempo” Debió pensar Meriel al leer la nota.
Alguien sabía perfectamente qué escondía la carreta. Encargó a los kobolds el trabajo para no levantar sospechas y quiso borrar sus huellas matándolos después. Se cubrió las espaldas de posibles saqueadores enviando un contingente goblin.
Movió y dispuso sus piezas en una buena jugada, pero hubieron 3 piezas en el tablero con las que el jugador no había contado: Eowariril Eriadon, Himon y el joven aspirante a caballero Glenn Brether.

Curioso juego el ajedrez.
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