Glenn Brether, de Cormyr

Nombre: Glenn Brether

Raza: Humano

Sexo: Varón

Edad: 18

Región Natal: Cormyr

Clase: Paladín/Caballero Dragón Púrpura (En un futuro). Sintió la llamada de su señor Tyr, la noche del dia en que supo en lo mas profundo de su corazón que algún dia llegaría a ser caballero, y defendería el reino de Cormyr como lo hacían los valerosos Dragón Púrpura.

Alineamiento: Legal/Bueno

Altura y peso: 1`69 y 71 Kg.

Deidad: Tyr

Descripción: No es una persona que destaque por su fuerza, ni por sus movimientos, ni por su inteligencia. Aunque tampoco es que carezca de ellos, simplemente, ha pasado la mayor parte de su vida trabajando en la granja de su padre, y leyendo historias de valerosos guerreros que defendían a la gente de a pie de los peligros de Faerûn. Su cabellera castaña, casi tirando a rojiza descansa sobre sus hombros cuidadosamente y lleva una perilla pulcramente cuidada. Sus ojos pardos suelen mirar a la gente inocentemente, sin malicia, sin prejuicios. Claro que, la cosa cambia cuando le dan motivos para malfiar, aun así no es propenso a mostrar su falta de confianza ni el desagrado, no hasta que realmente está cansado de alguien. Es un soñador, y como tal, ve el mundo como un lugar lleno de posibilidades, donde, buscando como es debido uno puede hallar lo que sea, por improbable que parezca. Sus padres le enseñaron a escribir y a leer, y gracias a las historias que leía (que no eran pocas) conoció (quizá de forma exagerada) los modales y formas que deben tener los caballeros (Siempre impolutos y maravillosos en sus propias historias), por ello, es normal que algunos lo confundan con un noble.

La llama del candil hacia bailar las sombras de la habitación de El Toro Blanco, la noche era oscura en las calles de Aguasprofundas, y en la habitación solo la mesa y sus alrededores estaban iluminados. De vez en cuando las voces de la taberna se alzaban lo suficiente como para que el joven muchacho las oyera, ún así no les prestaba atención. Frente a él, un papiro en blanco esperaba los primeros trazos del carboncillo...

"Mis queridos Padre y Madre.

Al fin he llegado a una ciudad que me ofrece las oportunidades que tanto esperaba. Siento ... que es el principio de mi vuelta a casa, aunque tengo mucho para hacer aún. Nunca pensé que podría hechar tanto en falta el lago, cuando necesito calma, o reposo, suelo sentarme frente una gran fuente, e imaginarme que estoy en las calmadas aguas del lago de la estrella. Asi lo llamaba Padre, recuerdo como sufrí cuando quiso enseñarme a nadar... Después de cada jornada, cuando había guardado las herramientas y encerrado a todo el ganado, solía llevarme allí y enseñarme como moverme para no hundirme mientras el me sujetaba, aunque tengo mis dudas sobre si el sabía nadar... ya que nunca le vi hacerlo... Y yo nunca lo aprendí. A la vuelta siempre teníamos la cena lista y Madre estaba esperandonos en la puerta con una sonrisa. Los dias de trabajo eran duros, pero agradecidos. El ver como crecían las plantaciones y presenciar los nacimientos de los corderitos de vez en cuando, siempre era motivo de festejo. Ahora de tanto en tanto paseo por las granjas locales para recordar, aunque sea un poquito, esos dias en família.

Supongo que debes seguir enfadado Padre, os dejé con todo el trabajo que había, y en la temporada de la siembra. Pero, he de decir que no es una niñería, el motivo no son todas esas historias que leía de caballeros, y batallas, bueno, no del todo. Pero cuando un hombre siente que su camino se le presenta, solo tiene dos opciones: Caminar por el con lo puesto, o dejarlo de lado para volver al cabo del tiempo buscandolo sin éxito, y maldiciendo el dia en que no le hizo caso. Es bien cierto que todas esas historias me llenavan de sueños... Combretirme en Sir Brether, y defender el mundo de las garras del mal... Pero lo que me llevó a emprender el viaje fue un motivo bien distinto... Dos motivos, mejor dicho.

El dia en que fui a Suzail a buscar los dos corderos y el becerro, fuí atacado, un troll, esas bestias enormes que corren por el bosque del rei, me salió al encuentro, mató uno de los corderos de un mordisco y el becerro, en su huida me arrolló y caí al suelo, en ese momento me veía perdido, el siguiente era yo, lo sabía muy bien. Pero no fue así, en lugar de eso, mientras miraba a esa bestia (El miedo me impedía moverme, incluso apartar la mirada de mi futuro verdugo) con la boca llena de sangre, y avanzando hacia mi con paso firme, vi la punta de una espada que apareció en su pecho, la criatura se desplomó, y la visión que tube ... fué mejor que cualquiera de las historias leídas hasta la fecha. Allí se alzaba Sir Richard Grenhwein, su cabeza cubría el sol y parecía estar envuelto en un aura de luminosidad que lo hacían mas imponente todavía. Me dijo "Estás bien muchacho¿?" Yo no pude contestar, solo tenía ojos para ese enorme dragón que llevaba estampado en el pecho. Me dio su nombre, dijo que pertenecía a los Caballeros Dragón Púrpura y se marchó tras decirme que tuviera cuidado... Cuando llegué a casa y después de la reprimenda or haber perdido nuestros ahorros me fuí a dormir. Y... No se como decirlo, no fue un sueño... Fué una sensación... como una revelación. Tenía la certeza d que debía seguir los pasos de ese caballero, y defender Cormyr en nombre de Tyr.

Se que dejaros una nota no estubo bien, y tras estos años es la primera vez que os escribo, quería pediros perdón y deciros que estoy bien, os escribiré pronto contandoos mas.

Glenn Brether, de Cormyr"

El candil estaba casi apagado, las voces ya no se oían en la taberna, cerró el sobre y lo selló con cera. Mañana lo llevaría a la oficina de correspondencia. Apagó el candil y se tumbó en la cama con un largo suspiro, a lo lejos un gató maulló, sonaba como el llanto de un bebé... El sueño lo abrazó...